martes, 6 de noviembre de 2012

La enseñanza segregada, ¿tiene sentido hoy?




La enseñanza segregada, ¿tiene sentido hoy?

Francisco Alonso Crespo



El Ayuntamiento de Tres Cantos aprobó en su último pleno, por la mayoría del partido en el poder, la subvención pública para los colegios que imponen la enseñanza segregada. Pero ¿tiene sentido en la actualidad este tipo de enseñanza? Veamos.



Algunos, muy pocos; pero muy influyentes, proponen la enseñanza segregada: chicos en unos colegios y chicas en otros. Aducen argumentos de índole psicológica y pedagógica. Básicamente sostienen que unas y otros son diferentes, con un desarrollo diferente, y por consiguiente aprovechan mejor en centros diferentes. Consiguen incluso que la derecha de este país conceda subvenciones públicas para sus centros.



Más en la base hay otras razones: Ambientes religiosos ultramontanos, a imitación, dicen, de otros países modernos, consideran que deben acentuar y cultivar las diferencias entre sexos para combatir la llamada ideología de género. Cargos del sistema educativo que presumen de católicos amparan esta alternativa. Opino que con estos amigos la iglesia católica no necesita enemigos. Ingenuamente considero que la así llamada ideología de género lo que pretende es que a la mujer se le respeten los derechos humanos; pero por lo visto la cosa es de un gran calado antirreligioso y antimoral.



Se busca también el grupo homogéneo en el aula homogénea, el sueño de todo profesor hasta que descubre que eso es una entelequia. García Hoz, padre (no García Hoz, hijo, profesor entonces en mi facultad de psicología, a quien los grises apalearon por “rojo” -cosa que yo no presencié pues estudiaba en el nocturno); García Hoz, padre, un pedagogo del Opus, hace ya medio siglo que en un manual que yo usaba entonces por sus “pruebas pedagógicas” sostenía que la homogeneidad no es tal; sino que la heterogeneidad y las diferencias intelectuales y de capacidad de aprendizaje aumentan exponencialmente a medida que los alumnos avanzan en los cursos. Es decir, no sólo hay diferencias; sino que la variabilidad de los grupos aumenta con la edad y los cursos. Dado el sexo, las diferencias “intragrupo” aumentan de modo que terminan siendo más relevantes que las presuntas diferencias “intergrupos”. De poco sirve que la media entre grupos sea significativamente diferente (si así sucede) cuando de todas formas la variabilidad, esto es las diferencias entre unos chicos y otros; entre unas chicas y otras, se dispara. Pero por lo visto ni la autoridad de este señor del Opus les conforma. Por otra parte, el profesor sabe que, dada la población del alumnado en un curso dado (el adecuado tratamiento de la minusvalías en el aula es otra cuestión), en la clase se ha de contar con la heterogeneidad y en consecuencia se han de flexibilizar los métodos.



¿Pero de verdad alguien cree que en ambientes segregados se aprende a convivir y a desarrollar de forma adaptada los roles del sexo y género respectivos? Incluso puede que inconscientemente hasta se eche más leña al fuego de la misoginia y la misoandria: el desprecio va fácilmente dirigido a los ausentes. Los prejuicios surgen del mutuo desconocimiento.



Pero hay más: desde la etnología, la psicología comparada y el sentido común, qué caray, se sabe que en los grupos y ambientes segregados, en los cuales faltan los interlocutores del otro sexo, en esos ambientes aislados y segregados tienden a aparecer pulsiones, roles y conductas propias del sexo opuesto. Los biólogos y conocedores de estas situaciones y condiciones en el mundo animal y en el específicamente humano ofrecerían una amplia muestra. Aparecen roles masculinos y femeninos; unos aparentes, otros latentes; unos de broma, otros en serio.



Este tipo de enseñanza existió en el pasado y en la actualidad se consideraba felizmente superado. Ahora pretende volver como si fuera una moda. Consiguen incluso que la derecha de este país conceda subvenciones públicas para sus centros. Pero por mucho que se empeñen sus promotores, es una alternativa que hoy carece de sentido. Ha contado con el apoyo de los concejales del partido popular; pero dudo que los vecinos de Tres Cantos, incluidos los votantes de este partido, estén de acuerdo con esta medida.



Fco. Alonso Crespo.

Enero de 2013

Tres Cantos.



“No se soportan” (dice Artur Mas de Cataluña y España).


“No se soportan”

Tesis:  “La hora de la verdad”

Estudiando la historia de España en segundo de Comunes (allá en Oviedo y hace 42 años), recuerdo la explicación que el manual de la asignatura, de Ubieto-Jover-Reglá-y-Seco (así lo decíamos de carrerilla), daba sobre la marcha al exilio de Isabel II: “Los españoles ya no la soportaban”.

Lo recuerdo literalmente porque me dejó verdaderamente perplejo este motivo tan “visceral” para un hecho que podía acarrear graves consecuencias a todo el país. No era la lucha de clases (avant la lettre) y contra la opresión, no eran motivos ideológicos ni económicos ni partidistas: No la soportaban. Por cierto, ¿cómo se sabía (era a mediados del siglo XIX) lo que pensaban los españoles? Tal vez los jefes de los partidos y la “opinión publicada” y los habituales de los cafés y ateneos madrileños… pero ¿los españoles en general? “Los españoles no la soportaban”, ¡punto!

Hace unas semanas Artur Mas se ha despachado de forma similar. Me sonaba y por eso me ha dejado helado (decir perplejo sería poco) la frase pronunciada por él para iniciar el proceso de secesión de Cataluña: “Cataluña y España no se soportan”.

Aprecio en gran manera a los catalanes pues cuando trabajé con ellos respetaron mis derechos y apreciaron mi trabajo. Admiro su buen hacer y su ética cívica. Y sus ganas de vivir. Y la lengua no fue un problema.

Pero por lo visto para este señor, representante de la derecha catalanista, ha llegado lo que la periodista catalana Julia Otero (que se opone explícitamente a la independencia) llamaba ayer la hora de la verdad; y que empiece el espectáculo.



Antítesis:  -“¿La quiere usted en catalán?”

Cuento una anécdota pues su desenlace creo que viene al caso. Haciendo este verano (con tremendo calor) el camino de Santiago por tierras de Navarra topé con una señora que franqueaba la entrada de una iglesia templaria (hay dos en esa zona, hitos imprescindibles para un peregrino que se precie). Había que pagar un euro de entrada y además, sin ticket. Pagué pero protesté. Ella montó en cólera indignadísima. No desciendo a detalles como que me tiró el euro que yo había dejado en la caja de cartón, con tan buena puntería que entró en uno de los bolsillos de mi chaleco, y que tuve que devolver si quería entrar. Argumenté que la falta de ticket indicaba economía sumergida y dinero negro; por más que, según ella afirmaba, lo amparara el ayuntamiento (peor todavía). Calmada la cosa, al ver que otro señor manejaba una hoja explicativa, solicité la que me correspondía. Y entonces ella me preguntó: “¿La quiere usted en catalán?”

Su “ingeniosa” pregunta me dejó petrificado. Como se ve, no ganaba para sustos. Debo aclarar que soy burgalés y mi castellano no deja lugar a dudas. Por lo visto me había portado como un catalán. Ella era vasco-navarra (tal como tuve ocasión de oír). También de pura cepa. No repliqué. Se lo conté después a unos amigos catalanes del camino que se limitaron a mover la cabeza resignados. Así estaba el patio y hasta en los lugares más insospechados se estaba preparando “la hora de la verdad”.



Síntesis:  ¿Y cuál es ahora “la hoja de ruta”?

Admirados catalanes presentes a nivel estatal en el arte, en la música, en la literatura, en la ciencia, en las radios, la prensa y las TVs; en tantos programas y encuentros que tanto me han reconfortado y reconfortan, decidme, ¿cuál es ahora vuestra hoja de ruta? Dímelo tú, Pilar Rahola, ya que coincido contigo en mentalidad y en tantas causas justas, ahora que te dedicas a defender la secesión de Cataluña en los medios de alcance español con tu entusiasmo habitual: ¿Cuál es tu hoja de ruta? Sería de agradecer una explicación…

Creo que el Estado no es justo con Cataluña; y también creo que las regiones ricas (Norte de Italia) tienden a separarse de las pobres. Siempre he pensado que todo nacionalismo es una reivindicación burguesa y que los choques nacionalistas se producen entre las derechas (catalanista y españolista en este caso). Una izquierda nacionalista no es izquierda aunque se disfrace de tal. Por eso otros pensamientos y opciones moderados quedan diluidos y sin substancia en ese agua amarga y extremista.

¿Vendrán la hora de la verdad y su hoja de ruta marcadas por la pinza de esos extremos? De ser así menudo follón nos espera.

Fco. Alonso Crespo.

Tres Cantos.