viernes, 19 de octubre de 2012

Camino a Santiago de Compostela: Los cantos del Códex Calixtinus: E ultreya e suseya!


Por Francisco Alonso Crespo. Tres Cantos, Septiembre/Octubre de 2012.


 


1. Tres motivos para evocar los cantos del Códex Calixtinus

Numerosos socios y socias de Aire Libre apreciamos el Camino de Santiago, y sus etapas y recorrido forman parte del “trayecto” de nuestras vidas. Hoy en día no se oye cantar en el Camino de forma espontánea, y es una pena ; pero creo que puede ser interesante “revivir” los cantos y los ecos de otros tiempos a través de un documento fidedigno del siglo XII, el Codex calixtinus. Este es el primer motivo.

Este segundo motivo es de “oportunidad”: El Códex Calixtinus ha sido recientemente “actualidad informativa” por diversos “avatares” que están en la mente de todos. Ello ha llevado, por ejemplo, a que haya sido expuesto a la vista del público, hecho que se ha convertido en un reclamo más para viajar a Santiago de Compostela en este último verano.

El tercer motivo es más específico: el manuscrito del Códex Calixtinus depositado en la Catedral de Santiago además de textos escritos (los referidos a la “guía del peregrino” son los más conocidos) reproduce partituras musicales, tal como se anotaba la música en el siglo XII. Y este a mí me parece un motivo de “curiosidad”: ¿Ya en el siglo XII se ponían por escrito partituras musicales cuyo manuscrito se conserva, en este caso, y que hoy pueden ser interpretadas?

 

 2. Camino y canto:
“Dum pater familias”: el himno de los peregrinos.

Los peregrinos a Santiago de Compostela animaban el camino con himnos y cánticos. Como lo hacían los peregrinos a cualquier otro lugar o santuario (Jerusalén, Roma…). Cantar y bailar ha sido y es una forma ideal de expresar y compartir las emociones y también una forma de sacar fuerzas de flaqueza ante el esfuerzo y las penurias del viaje. La llegada a Santiago lógicamente sería la apoteosis.

Esto es fácil de imaginar y además nos consta por el Codex Calixtinus.

En las “liturgias” las gentes procedentes de diversos países y lenguas se atendrían a las normas. De hecho gran parte de la música del Códex Calixtinus es “cantus planus” (es decir, canto gregoriano cuyo origen se remontaba siglos atrás). Y cuenta también con primitivas polifonías, lo que suponía una gran novedad para la época. La música del códice es fundamentalmente, digamos, música para los oficios y la misa (con algún himno más “movido”).

Ahora bien, en sus encuentros y reencuentros, y especialmente en su llagada a Santiago de Compostela, obviamente darían rienda suelta a su espontaneidad, mezclando músicas de diversas procedencias y acompañándose con toda suerte de instrumentos. El propio Códex Calixtinus lo describe muy bien: “Es una fuente de maravilla y gozo ver coros de peregrinos cantando sin cesar a lo largo de la noche… aquí teutones, allí francos, allí italianos…”. Se refiere a la noche en vela que pasaban en la catedral de Santiago el día de su llegada. Y en el latín de la época añade:

“Alii citharis psallunt, alii liris, alii tympanis, alii rotis britannicis vel gallicis, alii psalteriis, alii diversis generibus musicorum cantando vigilant” (“Unos tocan con cítaras, otros con tambores o atabales, otros con violas de rueda (“crwth”) británicos o gálicos, otros con psalterios, otros con diversos géneros de objetos musicales… se mantienen despiertos cantando” ).
En el canto polifónico “Vox nostra resonet” (Que se eleve nuestra voz) se dice: “Clerus cum órgano / et plebs cum timpano / cantet …” (Que canten acompañados con el órgano los curas y la gente con el tambor…)

Por el Códex Calixtinus sabemos que el himno más conocido era el “Dum pater familias… rex universorum…” . Probablemente muchos de nosotros lo hemos escuchado alguna vez y recordamos su estribillo: “Herru Santiagu, grot Santiagu, e ultreia, e suseia. Deus aia (adjuva) nos” .

Se trata de un canto interpretado con frecuencia por los grupos que estudian la música medieval en sus conciertos y grabaciones. Existen diversas versiones; en algunas lo interpretan acompañados de varios tipos de instrumentos medievales . Y es del todo verosímil que en caminos, plazas y posadas los peregrinos lo acompañaran con todo tipo de percusión y música instrumental: su “marcha” parece que lo pide.



3. Algunas curiosidades sobre el Códex Calixtinus

Digamos que el título más apropiado es el de “Liber Sancti Jacobi”, del cual surgieron varios manuscritos. Por ejemplo, hay uno en la universidad de Salamanca ; pero el famoso es el de la Catedral de Santiago.


Nadie sabe a ciencia cierta cómo llegó este manuscrito iluminado del siglo XII a Santiago de Compostela; pero se trata sin duda de un manuscrito francés (al menos eso dicen los franceses), probablemente compilado o escrito en Cluny en 1150. Debe el nombre al papa Calixto II, aunque hoy se da por sentado que no fue el autor. Parece que el autor es un monje del Monasterio de Cluny, Aymeric Picaud, que acompañó al papa Calixto II en su peregrinación a Santiago en 1109 y que ejercía funciones de “secretario” de dicho papa.



Una carta del papa Calixto II constituye el comienzo del códice, ocupando sus dos primeros folios. El autor dice ser el papa Calixto II y relata cómo recogió numerosos testimonios de milagros realizados por el apóstol Santiago "recorriendo las crueles tierras y provincias durante 14 años". Cuenta que el manuscrito sobrevivió a todos los peligros posibles, desde incendios a inundaciones. La carta va dirigida a "la muy santa asamblea de la basílica de Cluny" y a Diego Gelmírez, arzobispo de Compostela. Se cree que los copistas incluyeron esta carta al comienzo del manuscrito para dar más importancia a su trabajo, quedando la intervención directa en esta carta por parte del papa, quien ya había muerto en 1124, también completamente descartada . Esto de atribuir un texto o una composición musical a personajes famosos, aunque no fueran los autores, era costumbre de la época como fuente de prestigio (digo yo que hoy la “costumbre” sería hacer lo contrario: atribuirse el “copista” textos de otros, como estoy yo mismo a punto de hacer con los párrafos bajados de internet para este modesto artículo).

Si bien se tiene la evidencia de que su autor es un erudito, los especialistas dicen que, “Jacobus”, nombre que recibe también el códice, contiene enormes errores en materia de gramática, retórica y dogma, errores que dichos estudiosos tratan de explicar desde hace siglos. Se ha demostrado recientemente que los textos que llevan errores debían ser corregidos por escolares franceses a modo de ejercicios de latín, consistiendo la tarea es descubrir los “gazapos”. Así mismo la música (que no lleva “gazapos” similares) iba destinada a ser cantada por dichos escolares en las fiestas de Santiago.

El papa Calixto II (1050-1124) se llamaba Güido de Borgoña y era hermano de Raimundo de Borgoña, el primer marido de la Reina Urraca, reina sucesiva o conjuntamente (según las etapas de su reinado) de Galicia, de Castilla y de León. O sea que Calixto II fue tío de Alfonso VII el emperador (1105-1157) y de la infanta Sancha Raimúndez. . Así pues, estos altos personajes “se movían en un contexto familiar”… De modo que este papa Calixto II recorrió, como hemos dicho, el Camino de Santiago, concedió a Santiago de Compostela la dignidad metropolita (de la que se benefició el Arzobispo Diego Gelmírez) e instauró el Año santo Jacobeo. Todo ello aumentó notablemente las peregrinaciones de toda Europa hacia Galicia. La proximidad en la relación familiar explica por qué su otra sobrina, la princesa Sancha, substituyó de un plumazo en los reinos citados, llamando a los monjes cistercienses, el rito visigótico o mozárabe por el rito romano.

El Códex Calixtinus está compuesto por cinco “libros”. El primer libro es de carácter litúrgico, el segundo hagiográfico, el tercero y cuarto de naturaleza histórica y el quinto, que alcanzó una mayor celebridad, es una especie de guía para el peregrino. Cuenta también con dos apéndices. Las partituras musicales aparecen en el libro I y en los apéndices. El quinto, la llamada “guía del peregrino”, ofrece descripciones de la ruta, de las obras de arte, de las costumbres locales de las gentes que vivían a lo largo del camino; y consejos para el peregrino. A veces sus afirmaciones son un poco “atrabiliarias”, seguidas de consejos del mismo estilo. Las descripciones que hace de los navarros son literalmente “inefables”. Por cierto supone que se hace el Camino a caballo; por eso traza unas etapas por jornada de casi cincuenta Kms y hasta alguna de ochenta y tantos, e insiste en la peligrosidad de las aguas de ciertos ríos (p.e. del Río Salado en Navarra) si son bebidas por las caballerías.

Las anotaciones marginales dejadas por los canónigos en el manuscrito de la Catedral de Santiago a lo largo del tiempo indican que el códice fue usado sin interrupción hasta mediados del siglo XVI. Parece que a principios del siglo XVII el manuscrito dejó de interesar, cayendo en el olvido durante muchos años. A finales del XIX fue redescubierto y, mira por dónde, su robo en 2011 lo puso de nuevo de plena actualidad .



4. ¿Y qué curiosidades encontramos en la música y los cantos del Códex Calixtinus?

El primero de los cinco libros del Códex Calixtinus, el libro de las liturgias, contiene, como ya hemos señalado, las partituras musicales correspondientes a las dos festividades, con sus vísperas, de Santiago .

Los apéndices del códice contienen a su vez música, en este caso, 22 piezas de música “polifónica”. Pertenecen a la primera etapa de la polifonía europea, período conocido con el nombre de ars antiqua, en sus dos formas musicales: el “conductus” y el “órganum” . Se consideran hoy en día emparentadas con los experimentos que se estaban desarrollando en la catedral de París. Son piezas a dos voces, y una, el “Congaudeant Catholici” a tres.


El “Congaudeant catholici”, a dos voces en su origen, recibió más tarde una tercera de una mano diferente, lo que hace de su partitura el canto más antiguo a tres voces que ha llegado hasta nosotros. Esta tercera voz crea algunas disonancias y por ello algunos especialistas afirman que deben ser cantadas solamente dos voces de forma simultánea. Pero actualmente hay quien sostiene que el canto a tres voces es correcto y audaz composición para su tiempo.

El segundo apéndice contiene sólo un canto, para nosotros el más significativo pues era el himno de los peregrinos, el “Dum pater familias”.

Un gran número de los cantos son contrafacta, es decir, adaptaciones de cantos ya existentes, como las antífonas “Venite omnes” y “Regem regum”, el himno procesional “Salve festa dies” y la antífona “Ad sepulcrum beati Iacobi”. Ciertos cantos como el “Agnus Dei: qui pius ac mitis” recibieron nuevos textos y melodías por el procedimiento del tropo (es decir, añadiendo un texto que se canta según la melodía preexistente). Así pues, muchas veces los textos son cambiados para dedicárselos a Santiago y las melodías son alteradas para adaptarlas a esos nuevos textos, produciendo variantes más o menos significativas respecto del original.

Las obras musicales son atribuidas a diversos autores, si bien no se sabe con qué alcance. Hay un autor que parece fidedigno y cuenta con varias composiciones, así “O adiutor” y “Portum in ultimo”. Se trata del obispo Atton de Troyes que se retiró a Cluny en 1145.


Lógicamente la notación en las partituras es una cuestión muy importante para los expertos musicales. El "Dum pater familias" es la única composición del códice en notación aquitana de puntos "in campo aperto" , que es la notación que se empleó preferentemente en España tras la supresión del canto hispánico. El resto de las obras van en notación lorena, con grandes semejanzas con la notación de los manuscritos de la región de Nevers, en Borgoña. Por este motivo, algunos especialistas sostienen que la parte musical del códice es debida a los monjes benedictinos de Vézelay, que era uno de los puntos de partida del Camino de Santiago .

5. ¿Estos cantos eran un “material escolar” para los alumnos en el monasterio de Cluny?


Parece que las seis estrofas del Dum Pater familias apoyaban un procedimiento mnemotécnico para aprender la declinación latina de Jacobus . Me he molestado en comprobarlo y en efecto cada estrofa va avanzando con cada uno de los seis casos gramaticales, ¡según el orden previsto en las gramáticas!:

Nominativo, “Jacobus… illustrat” (1º estrofa);

Genitivo, “Jacobi…opem piam Gallecia roget” (2ª);

Dativo, “Jacobo dat parium omnis mundus gratis” (3ª);

Acusativo, “Jacobum…acclamet quisquis”(4ª);

Vocativo, “O beate Jacobe…” (5ª)

Ablativo, “Jacobo propicio veniam speremus” (6ª)…

En fin… ¡algunos de nosotros aprendimos las cinco declinaciones recitando los casos gramaticales en el mismo orden que los escolares de Cluny de hace ocho siglos!

Y en algún caso como en el “Alleluia: Gratulemur et letemur” fueron añadidas al texto latino existente palabras griegas, hebreas y gálicas, parece que por un motivo educativo, esto es, para que los escolares las identificaran, a modo de ejercicio. En este caso los muchachos debían encontrar los “gazapos” griegos, hebreso o gálicos…

Alleluia. Gratulemur et letemur summa cum Leticia, / Letabunda et ZEMEHA gaudeat yspania.

In gloriosi iacobi almi prefulgenti NIZAHA, / qui HOLE CELOS HAIOM in celesti NICHTAR gloria…

Etc.

(La traducción sería algo así como: Aleluya. Alegrémonos y gocemos con suma alegría. Que Hispania disfrute con alegría y felicidad. Glorioso y bueno, Santiago resplandece en este día en el que se elevó a los cielos nimbado de gloria celeste…)

En general las melodías y los cantos respiran la alegría y la exuberancia contagiosas propias de unas composiciones destinadas a ser cantadas por los muchachos de una escuela de la Edad Media francesa.

Así hablan los expertos. A mí, la mezcla de palabras de diversos idiomas me recuerda la jerga “sui generis” que a veces empleamos en el camino, mezclando palabras del inglés y del francés, o del italiano y del castellano, o del castellano y el gallego y el catalán… En mi caso de un regular francés y de un inglés, italiano, gallego y catalán/valenciano que “necesitan mejorar”, sin duda. Salvo cuando se habla con coreanos, en cuyo caso, si no empleas un inglés preciso, el sentimiento de confusión de la interlocutora (¡muchas mujeres coreanas, infatigables y afables!) puede ser total. En fin, hay una expresión universal que todo el mundo pronuncia con total corrección, y con mucho afecto: “¡Buen camino!” (como en otros tiempos “ultreia!”).

Y por cierto, universales son también los versos en gallego que encontré en Sarria:

“En chegado a Santiago /

e logo despois qué fago?; /

En chegado a Compostela /

e despois de vela a ela?”…


6. Camino y canto… ¿Y nosotros, qué?


¿Pueden los cantos del Códex Calixtinus de los peregrinos y romeros de tiempos pasados animar de nuevo los paisajes, piedras y sendas seculares que recorre el peregrino de hoy? Pueden esos himnos y cánticos dar ánimos a los caminantes y viajeros de hoy como a los de siglos pasados?

Pues voy a decir una cosa personal:

Cuando se hace el camino sin el agobio de los días contados y se parte solo , además de los encuentros y reencuentros con peregrinas y peregrinos mezclando en ocasiones las palabras como en el “Gratulemur et letemur” del Codex Calixtinus (el canto citado de los “gazapos” multilingües), … pues además de esos gratos intercambios comunicativos y de la ejecución diaria de las tareas de supervivencia, hay tiempos en que apetece y se puede escuchar o tararear los cantos de aquellos antiguos romeros y peregrinos (Son momentos de soledad: hay quien escribe, quien lee, quien medita… quien anda colgado del móvil…).

El himno “Dum pater familias” resuena de nuevo en los “momentos solemnes”. Así cuando los grupos de peregrinos cruzan la puerta de la muralla de Saint Jean - Pied de Port y descienden por la muy empinada rue de la Citadelle. O cuando, tras pasar bajo la alta torre de la antigua iglesia, cruzan el río Nive bajo el arco de la “puerta de España” camino de Saint Michel para desviarse hacia las cumbres del País de Cize (Pirineos). O cuando en las cumbres de País Cize los peregrinos se pierden entre las nubes y alcanzan con sus manos la bóveda celeste. Dice el Códex Calixtinus: “…hay trece etapas, la primera es una etapa corta, desde el pie de los puertos de Cize en la vertiente gascona hasta Viscarret. En este territorio vasco la vía de Santiago llega a una montaña muy alta llamada puerto de Cize. Tiene ocho mil de subida y ocho mil de bajada. Es tal que parece perderse entre las nubes y que los que suben piensan que van a alcanzar con sus manos la bóveda celeste”.


Y el himno suena de nuevo a la llegada a la Colegiata de Roncesvalles (con aquellos canónigos de voces rimbombantes); al avanzar por la calle mayor de Viana; al paso por Puente la Reina y su encuentro de caminos, al llegar a San Juan de Ortega y contemplar el capitel de los equinoccios y el sepulcro del santo (que nació en Quintanaortuño, cerca de mi pueblo); al avanzar por el camino recto de tierra de Campos y dejar atrás a Villalcázar de Sirga (en la jornada nocturna que proponen los italianos); sobre el puente de Ponferrada, bajo los soportales de la plaza municipal de Villafranca en día de mercado y en los reencuentros colectivos en O Cebreiro y el Alto do Poio, y por supuesto, a las llegadas masivas a las plazas y escalinata que rodean la Catedral de Santiago.


En agudo contraste asigno músicas más intimistas como “Psallat chorus celestium”, “O venerande Christi” o “Ascendens ihesus in montem” para la frescura de los viejos muros y la ermita del siglo XII del albergue de Trinidad de Arre (con permiso del viejo Hno. Domingo, empeñado en tocar al órgano de la ermita “valses” de oído para mostrarnos sus progresos de autodidacta); para el claustro de San Pedro de Lizarra; frente al pantocrátor de la iglesia de Santiago en Carrión (de noche); al pie del crucero de Boadilla del Camino o en el “patio escondido” de su albergue “con encanto”, o para la parroquia de Santibáñez de Valdeiglesias (con otro apacible patio-jardín escondido); o para la soledad de Santa Irene (y sin embargo muy cerca ya de Santiago).

El himno procesional “Salve festa dies” es un canto adaptado a la festividad de Santiago; pero tomado de la vigilia pascual y que alterna unas melodías que me parecen sublimes entre “estribillo” que canta el coro y estrofas que entona el solista. Como es procesional y lo asocio a transitar por espacios bellos, lo asocio al bellísimo claustro de San Pedro de Estella, al otro de San Pedro de Viana, al claustro y colegiata de Nájera (cuidados por los franciscanos y con música gregoriano de fondo; y en cuya librería venden el “Juego de la OCA”), a la girola de la Catedral de Santo Domingo de la Calzada; a las iglesias de Sahagún; al Monasterio de Samos en todo su conjunto; a cualquier punto de Santiago de Compostela.

El Codex Calixtinus cuenta también con música polífónica “Congaudeant catholici”, “Vox nostra resonet”, “Alleluia: Gratulemur et letemur”, etc. Son músicas vivaces cantadas con alegría y por ello las asocio a los momentos buenos en los albergues “con encanto”, una vez que uno “se ha instalado” (ducha y colada incluidas) y descansa sentado en algún punto: en el “jardín escondido”, nunca mejor dicho lo de escondido, del albergue de Trinidad de Arre, en el de Obanos, Cirauqui, Boadilla del Camino, Santibañez de Valdeiglesias, el recinto de Samos, o subiendo y bajando por la calle mayor de pueblos que también poseen un encanto especial, como Larrasoaña, Nájera, Villafranca Montes de Oca, Carrión, Mansilla de las Mulas (con sus murallas y su irrepetible “menú del peregrino” a base de picadillo, huevo y patatas fritas -y buen vino), Sarria (“En chegado a Santiago / e logo despois qué fago?; / En chegado a Compostela / e despois de vela a ela?”)…

Hay lugares y travesías que piden una música que sobrevuele el espacio y se eleve sobre las distancias de las nubes, las cumbres y los valles y que anime una plaza o un recinto especiales: “Psallat chorus caelestium”, “O lux et decus Hispaniae”, “Cunctipotens genitor”… Así al contemplar desde las cumbres el país de Cize, al atravesar la amplia y bien edificada plaza de Obanos con la triste historia de su misterio (y su albergue “con encanto” instalado en un antiguo y rancio caserón navarro), en el templo octogonal de la Orden del Santo Sepulcro de Torres del Río (a pesar de la señora de la entrada y el incidente del euro sin ticket), ante la puesta del sol sobre la llanada riojana desde el balcón de Viana, bajo la ruinas de San Antón (y ante las sombras de aquellos antiguos templarios disfrazados de monjes antonianos), la puesta de sol en El Burgo Ranero, con los reflejos en aquel curioso y extenso “lavajo” (y con el cura en bicicleta fichando a peregrinos para su albergue parroquial construido en adobe), bajo las nubes de Rabanal del Camino con el Teleno al fondo (con el canto gregoriano de aquellos cuatro benedictinos teutónicos en la iglesia parroquial, merecedores de excomunión por lo mal que cantaban). Y sobre todo, y esto lo destaco, en la soledad de Foncebadón y la Cruz de Ferro, y las cumbres que llevan a El Acebo con el Teleno al fondo, primero, y en prolongada bajada, a Molinaseca, después; la llegada en fin, a Fisterra, Muxía y el mar…


¿Y qué cantos elegir para los momentos “sombríos” del camino: molestias en los pies y tendinitis, cansancio extremo, altas temperaturas, camino casi a ciegas en las madrugadas, miedo a equivocarte y perderte (¡y tener que volver y retomar el sendero, joder!), y en ocasiones la lluvia y una humedad fría que paralizaba las piernas? La subida a Cirauqui (con el extremado calor de este último verano y la caída de uno de los cristales de mis gafas); la bajada del Monte del Perdón, peligrosísima para las rodillas, y la subida a Obanos a pleno sol; la subida de Logroño a Navarrete dando interminables rodeos; la espantosa subida al amanecer desde Castrojeriz camino de Itero; la aproximación interminable a Samos, la estancia en Melide (con todo el día amenazando lluvia y la colada por hacer; y con una camisa, comprada de baratillo y de color indefinible, que acabó por teñirme toda la ropa); el paso por Arzúa (con una niebla que convertía en piedra las piernas), las vueltas y revueltas para entrar en Santiago?... Dejados atrás esos malos ratos y trayectos, mejor será pensar en cantos para los momentos posteriores de alivio. Y para esos momentos posteriores vale cualquier música.



En fin, al hilo de estas evocaciones tengo en proyecto preparar varios “cortos” de fotos digitales hechas por mí en el Camino desde Saint Jean-au-Pied de Port hasta Santiago de Compostela (mi camino es el camino francés, que pasa por Burgos y está muy bien señalizado y dotado), con un fondo musical compuesto por los cantos más famosos del Codex Calixtinus, y también de otros códices como las Cantigas de Alfonso X el Sabio y el Llibre vermell, así como otros cantos de peregrinos europeos, sobre todo alemanes. Será un intento similar a los montajes anteriores (La mirada de los pintores…, La voz del hombre justo…) ya compartidos con la gente amigable. Si hay ocasión compartiremos este nuevo trabajo en la Agrupación de Aire Libre del Ateneo.



Francisco Alonso Crespo.

Tres Cantos, Septiembre/Octubre de 2012.

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